lunes, 15 de diciembre de 2014

La Morriña Navideña

  VI-10  TRADICIÓN

En esta ocasión el título de la entrada no precisa de subtítulo

Surge en esta época del año cierto estado de ánimo especial. Tal vez por la temperatura más fría, los anuncios y decoraciones propios de la temporada navideña, que nos la recuerdan, o la coincidencia con la terminación del año: Uno más y uno menos...
Lo cierto es que a mediados de diciembre nos pesan más las ausencias, los tiempos y lugares idos; los familiares, amigos, compañeros, ocupaciones e incluso enemigos (si los hubiera) dejados detrás en el devenir de nuestra existencia.
México, New York, Colombia, Saint Lucia, Carolina, Texas, Dominicana, Costa Rica, España, Cupper City, y etc., etc., etc., y, por supuesto, Cuba. Un reguero extenso de toda clase de afectos y recuerdos personales. 
Nos invade el sentimiento de echar en falta las ocupaciones y compañías del pasado, por mucho que disfrutemos las que conservamos en el presente. Es condición humana extrañar lo perdido. 
Es fuerza entonces, compensar esta inclinación natural a la morriña con las alegrías de la temporada. La tradición de adornar el arbolito jnto con los niños sean hijos, sobrinos, nietos o bisnietos, la de hacer venir a los Reyes Magos o a Santa Claus -según el sitio- por aquello de "donde fueres haz lo que vieres". 
Y considerar sobre todo que es este un tiempo de celebración. Celebrar, creáis o no, el nacimiento del Señor que se sacrificó por tu salvación, según la tradición religiosa. Celebrar lo que tienes ahora, tu familia, los amigos que te quedan cerca y también los que mantienes latentes a lo lejos,  y de los que todavía recibes y le envías destellos de vez en cuando. Celebrar, en una palabra, tu existencia. Y como  que ella es señal de que conservas tus recuerdos y  conciencia,    celebrar también... hasta tu "morriña".   


*morriña: 1. f. coloq. Tristeza o melancolía, especialmente la nostalgia de la tierra natal.


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