La ciencia revela la más generalizada y vieja adicción
Un estudio con imágenes cerebrales, publicado en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias de USA y realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke ha encontrado que la
necesidad de consumir sal era la misma que la relacionada con la adicción a la
cocaína o a los opiáceos como la heroína.
Ante el consumo de las drogas o de sal se producían cambios profundos en ciertas células nerviosas del hipotálamo que provocaban un aumento del tamaño y de la cantidad de las neuronas al igual que de dos proteínas específicas relacionadas con la adicción y el placer (dopamina y orexina).
El ensayo se llevó a cabo con ratones de experimentación pero hay pocas dudas de que el mismo sustrato neurofisiológico opera en la especie humana. Ello explica que cuando las personas optan por disminuir la sal en sus comidas, si lo hacen durante un tiempo sostenido se van adaptando a los nuevos sabores y cada vez extrañan menos el fuerte sabor salado. Por el contrario, se puede observar en los niños que si les dejamos añadir sal de mesa a sus alimentos, cada vez quieren la sal en mayor cantidad y en más variedad de alimentos.
La realidad es que nos pasamos mucho en promedio en el consumo diario de sal. La OMS recomienda no exceder los 5 gramos (de sal, no de sodio) y el promedio en los cuatro países "más cercanos" a este bloguero excede esa cantidad. EEUU: 8.5; Costa Rica: 7.1; España: 11; Cuba:10.
En términos de sodio, la mayoría de las organizaciones que rigen las guías de salud sugieren cantidades diarias entre 1500 y 2300 mg. Cada gramo de sal de mesa contiene unos 400 mg de sodio, pero casi todos los alimentos contienen de por sí cierta cantidad de sodio.
Aunque en general el exceso de sodio puede resultar una carga adicional para varios sistemas del organismo, como todos deben saber, la adicción al sabor de la sal es especialmente peligrosa para quienes padecen de hipertensión arterial.