En estos días el Mundial de Futbol es como un pie forzado*.
Los nacionales de países que no clasificaron a la cita mundialista tenemos que engancharnos con alguna selección que nos sea afín por razones intrínsecas del deporte o de otra índole cualquiera. Mi primera opción ha sido Costa Rica. La más humilde de las selecciones llegó a cuartos de final y se batió de tú a tú con la reincidente subcampeona, la poderosa Holanda.
Costa Rica no perdió un solo partido, habiéndole tocado en la primera fase el más duro de todos los grupos, junto a tres ex campeones. En los cuartos de final cedió ante Holanda en la azarosa ronda de penales, frente a un portero graduado en la especialidad de penaltis y puesto a jugar en el minuto final como tercer y último cambio por un genial técnico holandés, quien previó la resistencia feroz que les opuso la total entrega de los jugadores ticos. Tanto es así que para ello había guardado un arquero preparado para la instancia de los penales. Gloriosa selección de Costa Rica y atinado entrenador Louis van Gal.
Ya ahora, ante los cuatro semifinalistas me voy con Holanda. Ni Argentina ni el Brasil actual me simpatizan. Y si Holanda se coronara campeón ello resultaría en más mérito para Costa Rica poque habría llevado a los "campeones" a decidir en penales, incapaces de derrotarla en el partido.Y para cumplir literalmente la exigencia de un pie forzado. Ahí lo dejo:
Es la
pandemia de hoy.
De
ella se escapan pocos.
En Brasil
están los focos
de la mundial atención.
Sean Neymar
o Luis Suárez,
Keylor
Navas o el Messi-as,
la afición
se desvivía
con fe por sus estelares.
Como
si saliera el sol,
queriendo
alcanzar la meta
de
iluminar al planeta:
Es el Mundial de Futbol.
Es el Mundial de Futbol.
*Verso fijado de antemano para una composición que haya de acabar necesariamente en dicho verso.