De como la RAE se abre a la "invasión extranjera".
Pronto saldrá la vigésimo tercera edición del diccionario de la Real Academia Española. La edición anterior del 2001 legalizó 222 "indocumentados". Me refiero a términos extranjeros, mayomente anglicismos.
Dario Villanueva, secretario de la que "pule, limpia y da esplendor" confirmó recientemente que en cuanto a los extranjerismos "habrá un incremento, porque en estos 13 años se han
ido incorporando palabras procedentes del inglés que tienen mucha presencia".
Parking y estriptis son dos de los invasores legalizados que adelantó Villanueva. Los académicos debaten la inclusión de nuevos términos a partir de un programa informático que recopila cientos de millones de "formas expresivas" tomadas de la literatura, la prensa, la ciencia, la política, y procedente en un 70% de fuera de España, principalmente de América.
Donde vivo, la invasión de términos "indocumentados" le resta importancia a la "amnistía" que puedan disponer los académicos para la venidera edición del diccionario de la lengua. Forma por planilla y aplicación por solicitud son dos ejemplos de las decenas de anglicismos que imperan en el habla popular de los miamenses. Peor aun son las formas expresivas en nuestro idioma traducidas del inglés, como el recurrente "te llamo pa' trás".
La apertura de la RAE y la pujanza del inglés puede que, a la vuelta de dos o tres generaciones, consigan plasmar el idioma universal que el sueño del Esperanto no pudo lograr. Mientras tanto la jerga mixta de Miami seguirá creciendo indómita para cristalizar como el dialecto de la tribu, a la altura del aimara que junto a su español rengo tanto cuida y cultiva Evo Morales.
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