Las cuñas del mismo palo en el caso de la Ley de Ajuste Cubano
El asunto de hoy quedó pendiente del tema del lunes pasado sobre la intención del repre- sentante federal por la Florida Carlos Curbelo, para eliminar la Ley de Ajuste Cubano, al convertirla en una absurda solicitud y concesión "auto- mática" de asilo político. Me quedó responder el aspecto de supuesto favoritismo discriminatorio de la ley original, con el que el congresista se congraciaba con los inmigrantes no cubanos.
Curbelo ha dicho: " Miembros de otros grupos, venezolanos, colombianos, peruanos cuestionan por qué los cubanos tienen ciertos privilegios que otros no tienen. Son preguntas válidas,...". Puede que lo sean. Lo que no es válido es que un oficial electo, cubanoamericano y de su nivel no tenga respuestas y más bien utilice esas interrogantes para torpedear la ley.
Para entender la naturaleza intrínseca de cualquier objeto o fenómeno es imprescindible analizar su devenir, la historia del objeto de estudio. Esto es básico tanto en teoría del conocimiento como en método científico. Veamos entonces el origen y la evolución de esta ley promulgada en 1966 bajo la presidencia de Lindon B Johnson.
Era el apogeo de la Guerra Fría, y la Unión Soviética el poderoso enemigo del "mundo libre" había conseguido instalar una sucursal del comunismo, ese "mundo feliz", a 90 millas de las costas de EEUU. Apenas cinco años antes un millar y medio de cubanos habían combatido al ejército y milicias de Fidel Castro en el litoral de Cuba. Habían sido organizados, armados y movilizados en una operación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) autorizada por el gobierno de John F Kennedy. No hay que olvidar tampoco que un año después de aquel fracaso, en octubre de 1962 la instalación de misiles con ojivas nucleares en la isla del Caribe puso al mundo al borde de una conflagración atómica en el punto más álgido, sin duda alguna, de toda la época de la guerra fría.
La falta de libertades y ese hermano siamés del control estatal de los medios de producción que es siempre el desastre económico, determinaron un éxodo de cubanos hacia cualquier parte del mundo y mayoritariamente, por razones geográficas y de desarrollo, hacia Estados Unidos. Este fenómeno, desde sus orígenes, nunca fue una migración comparable a la del resto de países subdesarrollados de América. El gobierno por el hecho de "abandonar la revolución" convertía la emigración en destierro, confiscando vivienda y demás propiedades y prohibiendo la entrada al país y el derecho a cartilla de racionamiento. Más aún durante las primeras décadas, la correspondencia internacional con la familia era un demérito social y laboral. En conjunto, son distinciones demasiado trágicas para ser ignoradas en ese análisis superficial en el que el congresista se hace eco de los reclamos de indocumentados no cubanos.
Si bien hace unos pocos meses se flexibilizaron las medidas de confiscación de bienes a quienes salen de Cuba, la condición de expatriados se mantiene. Aun siendo salida autorizada por la burocracia estatal, después de dos años el nacional se convierte en extranjero por arte de birlibirloque.
Es de lógica elemental que la Ley de Ajuste no ha de ser una disposición eterna, como no van a ser eternas las circunstancias políticas y sociales de Cuba. Se puede avizorar que esas circunstancias van a evolucionar favorablemente, por imperativo biológico y social, en el lustro que está por venir. Pero que parta de cubanos el desespero por cerrar la puerta por la que tantos compatriotas han conseguido vivir sus propias vidas y no la que les dictara la "revolución" es una clara confirmación de la sapiencia del dicho ese de que no hay peor cuña que la del mismo palo.
Si esto lo dijera el tal Curbelo desde Cuba sería otra historia, pero que fácil le resulta hacerlo estando él seguro y bien acomodado en USA. Cómo llegó allí? Acaso es norteamericano por al menos dos generaciones y ya no le queda ni pinta de cubano?
ResponderEliminarBien vale la pena este escrito que comparto plenamente .Felicidades
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